sábado, 31 de mayo de 2014

Sistematización de Experiencias - Raúl Cetina


Por dónde empezar..... 

Primero no sabía que era exactamente ese término, después de indagar en "San Google" y "San YouTuBe" coloco mi resumen sobre lo que es la Sistematización de Experiencias o Aprendizaje como otros la llaman.



Involucra un trabajo Colaborativo y Cooperativo

Bueno aquí una pequeña muestra en el salón de clase... donde el profesor Erasmo orienta y facilita a mis compañeros



Ahora reflejando mi propia experiencia de aprendizaje y sistematizandolo, puedo decir lo siguiente...


Al iniciar las clases en esta asignatura TIC APLICADA A LA EDUCACIÓN, estaba un poco ansioso en saber cómo era, y reconozco que no tenía a ciencia cierta con qué me iba a encontrar, pero lo cierto es que ese primer sábado estaba a la expectativa... y bueno sorpresa esto fue lo que sucedió:

Precisamente el Profesor Erasmo explica que al finalizar la asignatura todos debemos presentar una SISTEMATIZACIÓN DEL APRENDIZAJE, dando la respectiva explicación.

Luego indagó sobre cada una de las expectativas  que el grupo completo tenía sobre esta asignatura, y la verdad fue bastante productivo la forma cómo se abordó esta actividad: Cada uno manifestó su punto de vista; pero lo que me llamó la atención fue que la mayoría dijo que "no se la llevaba muy bien con la tecnología" y bueno, eso fue muy curioso que en casi todos sucediera eso, puesto que ya estamos rodeados de tecnologías por casi todos partes.

Parte de los términos dichos en ese momento fueron: Conocimientos previos, analfabetismo tecnológico, temor desconocido, poca experiencias, ¿y si lo daño qué pasa?, aprender para toda la vida, montarse en la nube (Internet), oportunidad de nuevos aprendizajes significativos, Aulas Virtuales, Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA), trabajo colaborativo y cooperativo, infografías... En fin un conjunto de frases y términos que quizas poco se había mencionado en este postgrado.

 

Por otra parte el Profesor Erasmo inicia una exposición que yo llamaría "Resumen Histórico de la Tecnología", puesto que inició desde las famosas e inmensas máquinas Mainframe que ocupaban grandes espacios, pasando por cada una de etapas o eras de la tecnología tales como el inicio de Internet, Hardware, Software, la WWW, Redes, Sistemas Operativos, Archipielago, Puentes, Router, correos electrónicos, la famosa nube (Internet), WEB 2.0, redes sociales, cultura informática, alfabetización digital, servidores, Arpanet, Darpanet, Data Switch, inmigrantes y nativos digitales, entre otros... En verdad muy interesante la exposición del docente, ya que el 30% de todo lo que explicó no lo sabía...


martes, 27 de mayo de 2014

La Educación Prohibida - Documental

Análisis de la película:
"La educación prohibida"

Al final de toda esta información está la película completa en calidad...

La Educación Prohibida es una película documental que se propone cuestionar las lógicas de la escolarización moderna y la forma de entender la educación, visibilizando experiencias educativas diferentes, no convencionales que plantean la necesidad de un nuevo paradigma educativo.
La Educación Prohibida es un proyecto realizado por jóvenes que partieron desde la visión del quienes aprenden y se embarcaron en una investigación que cubre 8 países realizando entrevistas a más de 90 educadores de propuestas educativas alternativas. La película fue financiada colectivamente gracias a cientos de coproductores y tiene licencias libres que permiten y alientan su copia y reproducción.
La Educación Prohibida se propone alimentar y disparar un debate reflexión social acerca de las bases que sostienen la escuela, promoviendo el desarrollo de una educación integral centrada en el amor, el respeto, la libertad y el aprendizaje.


La Educación Prohibida es una película y proyecto contemporáneo sin fines de lucro. El documental independiente, fomenta la cultura libre posibilitando descargarlo, copiarlo y distribuirlo gratuitamente. Sus objetivos, que buscan el bien público y social, son promover el desarrollo de una educación integral centrada en los individuos, difundir otros modelos de
educación y recordar la importancia de la misma.

Las experiencias documentadas a lo largo de la película son no convencionales. Se desarrollan en países de América Latina, entre estos: Argentina, Chile, Ecuador y Colombia y, en España; donde instituciones de pedagogías como la Educación Popular, Waldorf, Montessori, Cossettini y la educación en el hogar junto a otras son expuestas.

Varias de estas pedagogías sostienen, por ejemplo, la discrepancia de agrupar en las clases a los niños por edades, ya que adhiere al implícito de que éstos tienen las mismas capacidades y gustos. Sus creencias también se alejan de juzgar a los chicos según sus características, y de pensar que siempre hay algo mal en ellos, tanto como apuntar a que el niño sea un estándar; de esta forma suele etiquetarse a los niños y por consecuencia encasillarlos. Así mismo sustentan que todos los seres humanos son iguales como individuos, pero desde un enfoque biológico como especie; conociendo que social y culturalmente son diferentes, debiendo comprender que cada uno es distinto al resto.

Por otro lado, dichas escuelas afirman que en las convencionales, no hay una educación integral, sino que esta segmentada en áreas, lejos de la interrelación. Proponen en cambio, relacionar el todo con el todo, logrando un aprendizaje constante. También añaden que la convencionalidad, tiene una tendencia a dirigir la actividad del niño, se debe a que hay pocas
experiencias donde él decide por parte propia, y entonces se acostumbran a una directiva por parte del docente. Buscan entonces, que éste debe escucharlos y dar espacio para proponer, sembrando la idea en el alumno de que él mismo debe ser la autoridad en su vida; logrando en consecuencia un intercambio profundo entre educadores y educandos, lejos de las estructuras de poder.

En añadidura, agregan que las notas son subjetivas e imperfectas, ya que tampoco no hay un docente que evalúe igual al otro. Sostienen que es el niño quien debería evaluar como se siente ante su trabajo realizado, controlando así su proceso: el mismo conoce sus etapas y estado del proceso. Proponen también una amplia libertad donde el chico que no puede avanzar en una área, pueda avanzar en otra, permitiendo que el conocedor de una muestre a los otros y los ayude allí: ser un estimulo para todos.

Debido a los argumentos planteados es posible percibir al documental como una suerte de defensa de las experiencias alternativas en educación; apuntando a una espontánea y libre.
Estas corrientes avalan que todo nace del educando y es él quien debe decidirlo todo; que no debe haber institución o autoridad que corte su libertad, que sólo hace falta fomentar
su creatividad ilimitada con el amor.

El término prohibido para con la educación alude a que éste es la esencia misma de la escuela tradicional actual, tanto desde sus objetivos como su misión y sus comienzos; ya que surgió
con un objetivo de orden socioeconómico y político, lejos de la educación como proceso y cerca del traspaso de información. La cita del filósofo y escritor del siglo pasado, Jiddu Krishnamurti, afirma que detenerse tanto en el futuro implica evitar el presente, que es donde hay que accionar realmente. 

Asimismo, sostiene que la búsqueda de una utopía teórica concebida previamente, la negación de la libertad e integridad del individuo; ya que cuando se sigue un ideal, una norma, se está automatizando un proceso. Puesto que forjar la sociedad hacia un único y perfecto modelo resulta en discrepancias, se deben realmente unir todas las corrientes para nutrirse unas de otras.

En conclusión se cree que dicha educación alternativa tiene que ser interrelacionada con la tradicional, para así lograr procesos de aprendizajes más ricos. Tanto una como la otra se beneficiarían de tomar aspectos de ambas. Si el problema esta en que la escuela no responde los requerimientos y demandas necesarias hoy, debe ser recreada desde donde se necesite; pero apartar las creencias no coopera de forma positiva con la educación. La unión de las pedagogías fortalecería a todos desde un cambio realizado por el Estado y la comunidad y, no por individuos únicos. Al igual que en todos los aspectos de la vida, no existe una sola forma, ni una mejor, la diversidad existe en todas las dimensiones, con desencuentros y
coincidencias que aportan al mejoramiento. Las ideas y prácticas deben ser expuestas para compartir recursos, visiones y poder formular las mejoras en la educación.

Por último se considera que es peligroso invitar a la desescolarización que en cierto modo se aprecia de algunas corrientes, debido realidad actual que está transcurriendo el país. La caracterización de la escuela pública como autoritaria, industrial, disciplinaria es sin embargo la que suele ser anhelada y recordada de buena forma; sin embargo es en el propio ser en quién debe cada cual confiar su educación.

Resumen: 

El presente trabajo comienza planteando un interrogante retórico acerca de la posibilidad de otorgarle absoluta confianza a los libros o educadores para la producción de concomimientos propios ¿Están éstos realmente capacitados para transmitir la comprensión? Seguidamente se aborda la problemática de una educación en conflicto, por parte de distintos modelos pedagógicos existentes en la actualidad, y las características distintivas de la educación no convencional por sobre la convencional. El ensayo se desarrolla teniendo presente una cita del filósofo y escritos Jiddu Krishnamurti, quien apunta que resolver dichas discrepancias debe ser en el tiempo presente, y no en el futuro, lo cual continuaría evitando la resolución de un modelo más adecuado.
Con este término se comprende que no hay un único y perfecto modelo a seguir, no existe tal utopía, pero si se cree que la solución está en la interrelación de las partes para formar un todo.

Y bueno lo más esperado.... la película, disfrútenla...


Nativos e Inmigrantes Digitales

Un tema que ha generado polémica y actitudes de todo tipo, debido al desarrollo progresivo de la tecnología. Aquí muestro la definición de cada uno, la diferencia, las polémicas, las metas y entre otros que giran entorno a estos dos grandes grupos de personas que hacen uso de la tecnología. En la siguiente imagen se puede reflejar a los tres grandes grupos de personas en el mundo con respecto al uso de la tecnología, en este caso, el último grupo no será parte del desarrollo de esta entrada del blog.



Para ver esta imagen en su tamaño original presiones el siguiente enlace: Nativos - Inmigrantes - Analfabetas Digitales


Veamos en este vídeo una explicación bastante sencilla, pero significativa.



Los estudiantes del Siglo XXI han experimentado un cambio radical con respecto a sus inmediatos predecesores. No se trata sólo de las habituales diferencias en argot, estética, indumentaria y ornamentación personal o, incluso, estilo, que siempre quedan patentes cuando se establece una analogía entre jóvenes de cualquier generación respecto a sus antecesores, sino que nos referimos a algo mucho más complejo, profundo y trascendental: se ha producido una discontinuidad importante que constituye toda una “singularidad”; una discontinuidad motivada, sin duda, por la veloz e ininterrumpida difusión de la tecnología digital, que aparece en las últimas décadas del Siglo XX.
Los universitarios de hoy constituyen la primera generación formada en los nuevos avances tecnológicos, a los que se han acostumbrado por inmersión al encontrarse, desde siempre, rodeados de ordenadores, vídeos y videojuegos, música digital, telefonía móvil y otros entretenimientos y herramientas afi nes. En detrimento de la lectura (en la que han invertido menos de 5.000 h), han dedicado, en cambio, 10.000 h a los videojuegos y 20.000 h a la televisión, por lo cual no es exagerado considerar que la mensajería inmediata, el teléfono móvil, Internet, el correo electrónico, los juegos de ordenador... son inseparables de sus vidas.
Resulta evidente que nuestros estudiantes piensan y procesan la información de modo significativamente distinto a sus predecesores. Además, no es un hábito coyuntural sino que está llamado a prolongarse en el tiempo, que no se interrumpe sino que se acrecienta, de modo que su destreza en el manejo y utilización de la tecnología es superior a la de sus profesores y educadores.

¿Cómo denominar a estos “nuevos” estudiantes del momento? Algunos los han llamado N-GEN, por Generación en Red (net, en inglés), y también D-GEN, por Generación
Digital. Por mi parte, la designación que me ha parecido más fi el es la de “Nativos Digitales”, puesto que todos han nacido y se han formado utilizando la particular “lengua digital” de juegos por ordenador, vídeo e Internet.  Un dato curioso es que, en este vídeo se muestra cómo un hijo enseña a su padre cómo acceder a contenido web desde su celular, pero estadísticamente se demostrado que lo menos que hacen los jóvenes es hablar por teléfono.




¿Cómo denominar ahora, por otro lado, a los que por edad no hemos vivido tan intensamente ese aluvión, pero, obligados por la necesidad de estar al día, hemos tenido que formarnos con toda celeridad en ello? Abogo por “Inmigrantes Digitales”. A propósito de los últimos, hemos de hacer constar que, al igual que cualquier inmigrante, aprendemos –cada uno a su ritmo- a adaptarnos al entorno y al ambiente, pero conservando siempre una cierta conexión (a la que denomino “acento”) con el
pasado.



Dicho “acento” del Inmigrante Digital se puede apreciar, por ejemplo, en que primero se lanza a navegar por Internet y a posteriori, se embarca en la lectura atenta de manuales para obtener más información y aprender. Esto es: en primer lugar se decanta por la práctica y luego por la teoría, que le permite sobrevivir. Diríamos, pues, que los Inmigrantes Digitales se comunican de modo diferente con sus propios hijos, ya que se ven en la obligación de “aprender una nueva lengua” que sus vástagos no sólo no temen, sino que conocen y dominan como Nativos; lengua que, además, ha pasado a instalarse en su cerebro. Podríamos hablar de muchos más ejemplos que ponen de manifiesto ese “acento” de los Inmigrantes Digitales, como la impresión de un documento escrito para corregirlo, en lugar de hacerlo sobre la misma pantalla, y otras curiosas situaciones que revelarían cierta inseguridad o
falta de hábito.
Por todo ello, se plantea un problema, una ruptura, un desfase, una brecha digital y generacional que no puede ser ignorada ni aceptada sin propósito firme de cambio para intentar paliarla o solventarla: los Inmigrantes Digitales que se dedican a la enseñanza están empleando una “lengua” obsoleta (la propia de la edad pre-digital) para instruir a una generación que controla perfectamente dicha “lengua”. Y esto es sobradamente conocido por los Nativos Digitales, quienes a menudo tienen la sensación de que a las aulas ha llegado, para instruirles, un nutrido contingente de extranjeros que hablan idiomas desconocidos, extranjeros con muy buena voluntad, sí, pero ininteligibles.

¿Cuáles serían, a grandes rasgos, las diferencias entre Nativos Digitales e Inmigrantes Digitales?


• Quieren recibir la información de forma ágil e inmediata.
• Se sienten atraídos por multitareas y procesos paralelos.
• Prefi eren los gráfi cos a los textos.
• Se inclinan por los accesos al azar (desde hipertextos).
• Funcionan mejor y rinden más cuando trabajan en Red.
• Tienen la conciencia de que van progresando, lo cual les reporta satisfacción y recompensa inmediatas.
• Prefieren instruirse de forma lúdica a embarcarse en el rigor del trabajo tradicional.



Por el contrario, los Inmigrantes Digitales no parecen valorar suficientemente las habilidades que los Nativos Digitales han adquirido y perfeccionado año tras año a través de interacción y práctica, y prefieren moverse dentro de lo que les es conocido en virtud de su forma de aprender -que es también la forma en que los enseñaron a ellos-.

En consecuencia, se decantan por instruir lenta y seriamente, paso a paso, dentro de un orden. Del mismo modo, rechazan que los estudiantes puedan trabajar y aprender mientras ven la televisión o escuchan música, porque a ese precepto restrictivo se habituaron ellos desde siempre. Los Inmigrantes Digitales no justifican que el proceso de enseñanza y aprendizaje pueda y deba ser ameno y divertido, a pesar de que muchos se beneficiaron de ello, deleitándose y formándose con “Barrio Sésamo”, la inolvidable serie televisiva.

Desafortunadamente para nuestros profesores –Inmigrantes Digitales-, los alumnos que llenan sus aulas crecieron “a la velocidad de la contracción nerviosa” de los juegos y de MTV (canal temático de música). Utilizan instantáneamente el hipertexto, descargan música, telefonean desde dispositivos de bolsillo, consultan la biblioteca instalada en sus ordenadores portátiles, intercambian mensajes y chatean de forma inmediata. Es decir, trabajan en Red siempre. 
De ahí que a los estudiantes actuales les impacienten y cansen las conferencias, así como la lógica del aprender “paso a paso” y la instrucción que está cimentada en “pruebas de valoración”. 

Los Inmigrantes Digitales, por el contrario, piensan que los métodos por los que ellos aprendieron no están obsoletos, sino que los que empiezan su formación rechazan el esfuerzo y la seriedad, como también les ocurrió a ellos cuando se iniciaban. Habituarse a los métodos tradicionales, pues, sólo sería cuestión de tiempo y voluntad, más que de intentar hablar la misma “lengua” tecnológica.



Algunos vídeos interesantes sobre estos dos grandes grupos de personas que día a día se enfrentan a diferentes retos tecnológicos...


Educación y Nativos Digitales



Cómo aprenden los Nativos Digitales


Nativos Digitales




No molestes, mamá, estoy aprendiendo





sábado, 24 de mayo de 2014

Alfabetización Digital




Alfabetismo digital también conocido como alfabetización digital y alfabetización multimedia es la habilidad para localizar, organizar, entender, evaluar y analizar información utilizando tecnología digital. Implica tanto el conocimiento de cómo trabaja la alta tecnología de hoy día como la comprensión de cómo puede ser utilizada. Las personas digitalmente alfabetizados pueden comunicarse y trabajar más eficientemente especialmente con aquellos que poseen los mismos conocimientos y habilidades.
Las investigaciones con respecto a la alfabetismo digital se focalizan en aspectos más amplios vinculados con el aprendizaje de cómo efectivamente hallar, usar, resumir, evaluar, crear y transmitir información utilizando tecnologías digitales y no sólo con la habilidad para usar una computadora.
El alfabetismo digital incluye el conocimiento del hardware de las computadoras, del software (particularmente aquellos que más frecuentemente se utilizan en los negocios) del Internet, de los teléfonos celulares, de los PDAs y de otros dispositivos digitales. Una persona que utiliza estas habilidades para interactuar con la sociedad puede ser llamada ciudadano digital.



En el Trabajo


Quienes logran la alfabetización digital tienen más probabilidades obtener seguridad económica.3 Muchos trabajos requieren un conocimiento laboral de las computadoras y del Internet para efectuar funciones básicas. En la medida en que la tecnología inalámbrica se perfecciona, más trabajos requieren conocimientos sobre teléfonos celulares y PDAs (los que a veces se combinan en forma de teléfonos inteligentes).
Muchos trabajos de cuello blanco cada vez más se efectúan fundamentalmente con computadoras y dispositivos móviles. En muchos de estos trabajos se utilizan pruebas de alfabetización digital para contratar y ascender a la fuerza laboral. A veces las compañías efectúan sus propios exámenes a los empleados, otras veces solicitan una certificación oficial.
Como la tecnología se ha tornado más barata y accesible, más trabajadores de cuello azul están necesitando del alfabetismo digital. Se espera que fabricantes y minoristas por ejemplo, registren y analicen datos sobre productividad y tendencias del mercado para mantenerse competitivos. En la construcción a menudo se hace uso de computadoras para incrementar la salud de los empleados.
Los reclutadores de recursos humanos utilizan bolsas de trabajo en la web para hallar potenciales empleados, magnificando de esta manera la importancia del alfabetismo digital como medio para conseguir un trabajo.

En la Educación

Los centros educativos están continuamente actualizando sus planes de estudios para mantenerse al día con acelerados desarrollos tecnológicos. Esto a menudo incluye computadoras en las aulas, la utilización de software para exponer los planes de estudio y materiales de estudio disponibles on-line para los estudiantes. Algunas aulas están diseñadas para utilizar pizarras digitales interactivas y dispositivos de respuesta de la audiencia (audience response systems de los anglosajones). Estos sistemas son muy efectivos cuando los profesores están también digitalmente alfabetizados.
Los profesores habitualmente imparten enseñanzas de alfabetismo digital proporcionando a estudiantes que utilizan las computadoras, las competencias y conocimientos necesarios para comprender y beneficiarse de la sociedad de la información en la que viven actualmente. Estas enseñanzas incluyen la habilidad para verificar la existencia de fuentes creíbles en la red y para citar los sitios Web. Google y Wikipedia que son usados por los estudiantes para “las investigaciones de la vida diaria”, así com los recursos que le ayuden a resolver problemas y a desarrollar su competitividad continuamente.
A menudo se requiere que los educadores tengan certificados de alfabetismo digital para enseñar cierto software y sobre todo para prevenir el plagio entre los estudiantes.
Las bibliotecas han aumentado el uso de juegos tales como la Digital Literacy Contest (Competencia de Alfabetismo Digital) para incrementar la atención sobre el alfabetismo digital.

Reflexiones sobre las 4 formas de la alfabetización digital



viernes, 23 de mayo de 2014

Culturizandonos con las TIC






La cultura digital es ubicada por el autor en el contexto de la “sociedad de la información”, siendo el digitalismo una expresión emergente de ella y resultado de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las cuales inciden de manera profunda en la sociedad y en la cultura porque penetran en todos los ámbitos de la vida humana. Las posibilidades que ellas abren son numerosas pero los riesgos son notables. La colonización tecnocrática de la realidad social está soportada por una oculta red de intereses económicos, transnacionales y políticos en relación con el poder. Esta conjunción es una necesidad fundamental que se produce en el marco del capitalismo y de su razón de ser, el mercado, convirtiendo a la tecnología en la más potente de las ideologías, que descansa en manos de los expertos, ahora sacralizados por el conocimiento y convertidos en los sacerdotes del templo de la ciencia y el saber disciplinario. Educar en las nuevas tecnologías requiere algo más que conectarse a la red, es necesario que se de un conjunto de condiciones pedagógicas, económicas, políticas y culturales, a fin de que ellas sean vistas como un medio y no como un fin. Todavía estamos lejos de erradicar el analfabetismo funcional, pero su combate y aniquilación, modo alguno, proviene de una obsesión tecnológica como solución. Así concebida, ella profundiza el abismo tecnológico entre los pueblos si el ojo, la mirada y el sitio están en el eje de la coordenada del capitalismo salvaje.

¿Hay una “cultura digital”?



Entendemos por cultura digital la propia de la llamada “sociedad de la información”. Con dicha expresión no queremos decir que toda la cultura se haya “digitalizado”, sino que el digitalismo marca la pauta de la cultura en su conjunto como un sector emergente de ella.1 El digitalismo es el resultado dinámico del desarrollo y expansión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las cuales inciden fuertemente en la sociedad y en la cultura desde las que nacen modi?cándolas a su vez profundamente. Estas tecnologías informáticas y la telemática, que no son meramente “novedosas”, sino realmente nuevas,2 tienen un efecto transformador muy potente respecto de la realidad en su conjunto, por su efecto multiplicador de energía, y por penetrar en todos los ámbitos de la vida humana, ya que actúan sobre algo tan sutil y expansivo como la información, el conocimiento y la comunicación, que en virtud de dicha tecnología dejan producirse, almacenarse y difundirse como antes.


El digitalismo se apoya sobre el informacionalismo, igual que éste se sustenta sobre la microelectrónica3 a través de ello se refuerzan la tecnósfera, la esfera técnica de nuestro mundo cultural4 en este caso, está claro que ya no se trata de meras técnicas que se integran en una delgada tecnósfera, sino de una potente tecnología que nutre una tecnósfera que marca su impronta de forma general e industrialmente desarrollada; y ahora, además, las nuevas tecnologías de las que hablamos revierten con más fuerza aún de otras sobre la dinámica cultural en su conjunto, dado que su producción se centra en la información y el conocimiento. Las posibilidades que con ellas se abren son inmensas, pero los riesgos también son notables. Éstos se concentran en un punto: que esa potente “tecnología” imponga su “lógica” a la dinámica sociocultural, “colonizando” tecnocráticamente la realidad social.5

Esa colonización tecnocrática de la realidad social es tanto más fácil de producirse y extenderse cuanto que la tecnología ni se genera, ni se aplica en el vacío, sino desde una tupida red de intereses económicos y relaciones de poder. Concretamente: el desarrollo tecnológico, aun con cierta autonomía,6 se da en la dependencia del desarrollo económico, que para más señas es capitalista: producción para el mercado, pretendiendo máximo beneficio al menor coste en el menor plazo, con el dinero mismo como principal mercancía. Esto es lo que se acentúa en el momento actual del capitalismo financiero del mercado global,7 propiciado precisamente por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Pero, además, la deriva de la tecnología a la tecnocracia se ve facilitada por un contexto neoliberal en el que se ha producido una fuerte despolitización, e incluso un marcado declive de lo público como reverso de la continua exaltación de lo privado.8 En tal contexto la democracia se ve sometida al riesgo de verse reducida a procedimientos para la elección de “élites” de expertos que gobiernen con criterios “técnicos”. La alineación política de la ciudadanía es el reverso de la tecnocracia, que en contexto capitalista conlleva a otra vertiente de la educación del ciudadano a cliente, consumidor o mero usuario de servicios.

La tecnocracia, en momentos de desfallecimiento de las ideologías -que no de su “final”- implica que la tecnología se convierte ella misma en la más potente de las ideologías: la “lógica” de la tecnología proporciona la justificación de las decisiones políticas, que se ponen en manos de “expertos”, las cuales a su vez redundan en la legitimación del orden establecido que tecnocráticamente se esfuerza, es decir, gracias al “poder de la tecnología” que detentan quienes la controlan. En este terreno, que económicamente no deja de ser el del capitalismo que financia el desarrollo tecnológico para servirse de él en aras de la mayor acumulación de riqueza, se comprueba cómo al “fetichismo de la mercancía”, del que habla,9 se añade el “fetichismo tecnológico”. Cuando además, la tecnología es la que propicia el nuevo “paradigma” del informacionalismo, la producción ideológica se ve potenciada desde el momento en que la información misma no sólo es primera fuerza productiva (de la nueva economía), sino también mercancía altamente cotizada. Toda la sociedad se ve desde ese prisma como “sociedad de la información” –lo cual es ya un rótulo con notable capacidad de encubrimiento ideológico–, reduciendo interesadamente la comunicación y el conocimiento a información. Y por otra parte no hay que olvidar que el informacionalismo que hoy está generando una nueva cultura digital se da en una situación de pérdida de referencias, de disolución de antiguas coordenadas, “ausencia de sentido”, de momento en que “todo lo sólido se desvanece en el aire” –por utilizar esta conocida fórmula de Marx y Engels en las paginas del Manifiesto comunista10–, que es a lo que nos referimos cuando hablamos de postmodernidad.

La tecnocracia con su ideología y sus mitos, muestra la cara negativa de la tecnología, haciendo ver que los efectos liberadores de ésta y sus potenciales de mejoramiento de la vida humana van a la vez con riesgos que en determinados momentos se convierten en amenazas, y desgraciadamente, amenazas que muchas veces se consuman. La tecnología, como todo lo humano, como la dinámica cultural de su conjunto es ambigua. Su ambigüedad se proyecta además, en una fuerte ambivalencia: puede servir para lo mejor y para lo peor. Esto es algo que hay que recordar especialmente en estos comienzos del siglo XXI, el siglo que ha encontrado en Internet su simbología más adecuada y en el computador el artefacto emblemático de la época. Pero esta época que es “era de la información”11 es también tiempo de violencia –no hace falta, de presente que lo tenemos, insistir en el 11-S y en sus consecuencias de todo tipo–, y tiempo de millones de náufragos en el seno de la cultura digital de los internautas.

La época de los más potentes medios de comunicación no trae consigo una mejor comunicación, por más que a través de medios audiovisuales y redes telemáticas circule mucha información; valorada la situación con criterios cualitativos, se aprecia la paradoja de que en el momento de la expansión de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se dé una notable incomunicación entre los humanos, caldo de cultivo en el que prolifera la violencia que acompaña al desentendimiento. 

La guerra es la continuación de la televisión por otros medios, diría Karl von Clausewitz, si el general resucitara, un siglo después, y se pusiera a practicar el zapping. La realidad real imita la realidad virtual que imita la realidad real, en un mundo que transpira violencia por todos los poros. La violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo.13

Es cierto, por tanto, que las nuevas tecnologías se presentan como ha sido a lo largo de toda la historia de la humanidad, con una marcada ambigüedad: pueden servir para comunicar entre sí a las personas, a los movimientos de base, para organizar nuevas formas de participación democrática...; pueden servir también para desinformación planificada, para el cibercrimen para conjuntar los desvelos de quienes en los buenos momentos del capitalismo financiero no tienen inconveniente en desplazar capitales y dejar a pueblos enteros en la ruina si así lo reclaman los mayores beneficios bursátiles... La tecnología siempre ha sido ambigua y tanto más cuanto mayor ambivalencia ha concentrado sobre sí, pero nunca ha sido neutral: en principio siempre ha estado a favor de quienes se hallan en posición de dominio –y siempre ha costado mucho trabajo invertir o siquiera amortiguar esa tendencia–. No va a ser menos con las nuevas tecnologías que ahora nos ocupan. Por eso también de la cultura digital hay que decir con Walter Benjamín que “jamás se da un documento de cultura sin que los sea a la vez de la barbarie”.14 Nuestra pretensión es que se erradiquen las nuevas formas de barbarie, para dar paso a nuevos logros de justicia y libertad, en lo cual mucho cuenta lo que se consiga a través de la educación en nuestras sociedades de incipiente cultura digital.

La educación cuestionada por la “cultura digital”


El nuevo contexto naciente de una cultura digital repercute sobre la acción educativa y el sistema educativo. Reconozcamos que desde hace décadas venimos afrontando una situación de “crisis de la educación”, y no debe extrañarnos que sea así –aunque reconozcamos el abuso en que incurrimos respecto de la palabra “crisis”–, si precisamente hablamos de postmodernidad, de revolución informacional, de nuevas tecnologías, etc. No cabe esperar que la educación siguiera en sus prácticas y en su organización institucional, como si nada estuviera pasando. Para colmo, en el nuevo marco tecnoeconómico del capitalismo actual se presenta un factor añadido de crisis del sistema educativo: su pérdida de credibilidad, pues falla como vía de promoción social.

En la cultura digital, por las razones que vamos apuntando, el sistema educativo se ve muy cuestionado. No olvidemos que, tal como ha llegado a nosotros, es un producto moderno –todas las sociedades tienen que resolver su problemática educativa, pero no todos lo hacen mediante un “sistema” educativo, pues bien, ese producto moderno es el que se ve inmerso en una profunda crisis en la postmodernidad. Las instituciones con las que se hallaba coordinado han cambiado mucho –el estado, el mercado, la familia, la(s) iglesia(s)– y en ese contexto el sistema educativo, y la escuela como su centro de gravedad, es posible que continúen igual. De ahí la crisis, máxime si ideológicamente también fallan las funciones atribuidas, los marcos de referencia, el “relato” (de progreso) en que se inscribían, etc.


En educación están en revisión los modos de socialización, los métodos de enseñanza y sus contenidos, la figura del profesor, la responsabilidad de los padres, la función del estado..., el quehacer de los alumnos, etc. En la cultura digital todo ello, viniendo de atrás, se acentúa aún más. A ello contribuyen: la saturación de información, el decantamiento de la enseñanza hacia lo tecnológico, las exigencias de un mercado global, la fragmentación social, el individualismo insolidario, el desconcierto de tantos “valores” colisionando entre sí y, en el fondo, la carencia de un sentido que transmitir –algo que incide a niveles muy profundos en la proliferación de comportamientos violentos que estamos viendo en los tiempos más recientes–.

En la más concreta acción educativa, nos encontramos con que nos vemos sobrepasados por situaciones nuevas, tan inéditas que no nos la habíamos imaginado. Éstas van desde el desdibujamiento de la figura tradicional del docente hasta la utilización de nuevos soportes informáticos para el almacenamiento y utilización de la información, que quedan lejos del soporte (tradicional) que era el libro, pasando por el replanteamiento de la escuela como “espacios simbólicos” de lo que pretende ser “comunidad educativa”. La pregunta de cómo y quéenseñar nos la hacemos a diario, y no siempre la respondemos de la mejor manera –lo que se suele “solucionar” haciendo “lo de siempre”, lo cual soluciona en verdad poco–.

Nos hacemos menos, pero la intuimos en lo más hondo, la pregunta de que cómo y en qué educar. A esa cuestión crucial se ha tratado de responder con todo lo relativo a la “educación en valores”, pero tampoco podemos decir que hayamos resuelto la cuestión más importante de la “orientación” de fondo de nuestra acción educativa. Se han dado pistas, se ha esbozado perspectivas, pero con enfoques muchas veces muy “idealistas” y con escasa capacidad de incidir realmente en nuestras prácticas.

Por ello, vemos que hay que afrontar nuevos problemas, que en educación tienen una gran repercusión, con el analfabetismo funcional de muchos ante las nuevas tecnologías de la información, que amenaza con consolidarse como nuevo factor de desigualdad, con la “división digital” que ha aparecido en nuestras sociedades,16 o como el de la indiferencia moral (nueva versión de la anomia denunciada por Durkheim), que nutre nuevas formas de “apraxia” en una cultura que sucumbe a la nefasta alianza entre religión del mercado17 y religión de la tecnología.18

Dejando otros asuntos de lado, el núcleo de la cuestión que conviene subrayar es entonces la repercusión en el ámbito educativo de la amenaza tecnocrática que puede incubarse en nuestra realidad social. Hay síntomas preocupantes de que esa tendencia tecnocrática no está ausente del ámbito educativo, sino todo lo contrario. Conviene hacer un análisis detenido de hacia dónde apuntan las tendencias en alza en lo que se refiere a reformas/contrarreformas del sistema educativo, modificaciones del currículum, y nuevas orientaciones respecto a la educación en su conjunto19. El informacionalismo tecnológico, dominante en lo que se está configurando como cultura digital hace mella en la práctica educativa.

Reconocerlo y afrontarlo no es ni mucho menos consecuente de actitudes “tecnófobas”, pero si compromiso de quienes no son ingenuamente “tecnófilos”.

Éstos saben que no basta para sacar a la educación de su crisis el mero suministrar computadores a los centros –puede convertirse en “una solución a la búsqueda de problemas” –, ni siquiera el conectar masivamente a nuestros alumnos y alumnas o las familias, incluso, a la red. Si ello sigue sin acompañarse de una educación de fondo que suministre más que mera “cultura informativa” que solo consta de avalanchas de informaciones desordenadas, no sirve para nada.

Las nuevas exigencias de “igualdad de acceso,20 que efectivamente hay que atenderlas para que no sean fraudulentas las declaraciones de “igualdad de oportunidades”, hay que satisfacerlas, ciertamente, con conocimientos adecuados y con la capacidad para desenvolverse con nuevas habilidades (también informáticas), pero además no puede faltar el proporcionar un marco de referencia, una formación intelectual que permite el juicio crítico, un bagaje de ideas que capaciten para insertarse activa y fructíferamente en la realidad. A la observación tecnológica que ha invadido con frecuencia el ámbito educativo le corresponde la misión reduccionista del entendimiento humano como “aparato” procesador de información, y hay que salir de ese reduccionismo, como del que implica la racionalidad a inteligencia manipuladora de signos, de los sentimientos a reacciones emotivas, de las relaciones a respuestas interactivas, de la realidad a lo “virtual”, etc. Es decir la educación no puede quedar apresada en el “culto a la información”.